Episodio 6


Juego de Dragón (Gustavo Roldán)

A los dragones les gusta jugar. Cuando están solos les gusta jugar a imaginar. Pero cuando están juntos un dragón y una dragona les gusta todavía más, porque juegan a imaginar de a dos, que es mucho mejor.

Eso sí, juegan a imaginar después de haberse amado a mas no poder, porque les gusta estar amándose a cualquier hora y en cualquier lugar. Entonces se miran y se ríen, y el dragón dice:

– Pájaro volador

– Flecha con alas – dice la dragona.

– Peces enojados – dice el dragón

– Río revuelto –  dice la dragona

– Atardecer – dice el dragón

– La hora del amor – dice la dragona

– Medianoche – sigue la dragona

– La hora del amor – dice el dragón

– Contame un cuento – dice la dragona

– Bueno – dice el dragón. Pero contamos juntos: Esto pasó en una selva muy enorme, donde había un río y donde vivía un animal que se llamaba hombre, que solo creía en lo que conocía.

– Que aburrido ese hombre! – dijo la dragona

– Hay un animal muy hermoso que se llama yacaré – le contó un día el mono al hombre

– Bah, ese yacaré no existe – dijo el hombre.

– Sí existe – dijo el mono – , y vive no muy lejos de aquí. Hay muchísimos, se ponen uno al lado del otro, junto al río, y se quedan horas y horas tomando sol.

– Eso sí que no puede ser

– Sí puede ser – dijo el mono – y tienen una boca enorme llena de dientes y pueden cortar un árbol de un mordiscón.

– No creo que exista ese yacaré.

– Es un animal peligroso cuando alguien lo molesta. Y lo que mas lo hace enojar es que alguien diga que no existe.

– Bah, yo lo digo. Y además, si existiese, se lo diría en su propia cara.

– Como usted quiera, pero no vaya hacia la costa, allá, después de la curva del río. Está lleno de yacarés.

– No me molestaría ni un segundo en averiguar, pero justamente tengo que ir para ese lado. Después te contaré que no existe nada que se le parezca.

– Cuidado, que son peligrosos. Están quietos, como si fueran troncos, pero se pueden enojar.

Y el hombre que no creía en lo que no había visto nunca se fue para el lado de la curva del río.

– ¿Era cierto que ahí estaban los yacarés?- preguntó la dragona

– ¿Vos qué opinas? El cuento lo estamos haciendo juntos.

– Yo digo que no estaban, que sólo había un montón de garzas blancas a la orilla del río.

– Bueno, pero no estaban porque justo en ese momento se habían metido en el agua. Cuando un yacaré se mete en el río, los otros creen que vio algo para comer y se van todos de cabeza al agua.

– Entonces no había ni rastros de yacaré – siguió la dragona-, y el hombre dijo “Yo tenía razón, los yacarés no existen. Voy a volver para contarle al mono que eran todas mentiras”. Y así se lo dijo. Pero el mono insistió. “Sos un mono mentiroso- le dijo el hombre-, lo único que existen son las garzas blancas”. Dragón, ahora te toca seguir el cuento.

– Bueno- dijo el dragón- . Pero el hombre tenía que volver a la curva del río al otro día. Y si antes había dudado un poco, ahora estaba seguro de que los yacarés no existían.

– Sigo yo- dijo la dragona-. Y el hombre volvió…. Pero no me animo a terminar el cuento. Mejor lo dejamos así.

– No, no, eso es trampa- dijo el dragón.

– Solamente veo dos soluciones y no me gusta ninguna.

– ¿Qué soluciones?

– Una, que se encuentra de golpe con todos los yacarés y los yacarés lo comen de un solo bocado. Por no creer en las cosas que no conoce. Y la otra, que los ve desde lejos, se asusta, y puede escapar sin que le hagan nada. Pero tampoco me gusta.

-¿Entonces qué hacemos?- dijo el dragón-. Dijimos mono, hombre y yacaré, y ahora andan por ahí. Andan por una selva que también tiene un río. Si los nombramos, ahora existen. Dragona, si uno comienza a imaginar hay que atenerse a las consecuencias. Los hicimos vivir y andan por ahí esperando que terminemos la historia.

– Bueno, pero no fue mala idea la de hacer un hombre, un mono, y un yacaré, y también las garzas. Y la selva y el río.

– La del mono y el yacaré me parecen lindas ideas. Las garzas también. La del hombre, no se –dijo el dragón.

– Hacía falta para el cuento. ¿Cómo sabríamos que el mono y el yacaré y la selva y el río son lindas ideas si no tuviésemos otra para comparar?

– eso es cierto. Ya que estamos en el baile, bailemos-

-¡Qué buena idea, dragón!, ¿Qué querés bailar? Tengo ganas de bailar.

– No. Yo decía que si nos ponemos a imaginar cosas, y después esas cosas aparecen en el mundo, tenemos que hacernos cargo.

– Entonces dejemos que el yacaré se coma al hombre, y se acabaron los problemas.

– No, dragona, vos dijiste que hacían falta los contrarios para entender mejor. Tenemos que dejar que exista también el hombre.

– Dragón, mira que puede traernos problemas cada vez peores. Pinta muy feo y me da un no sé qué.

– Dragona, tampoco hay que prejuzgar tanto. Quien te dice….

-Bueno, pero hace algo con ese bicho que no cree en lo que no conoce.

– Está bien. Hagamos que en el cuento el hombre vaya por otro camino, no se cruce con los yacarés, y después que se la arregle como pueda. Otro día haremos un cuento mas lindo.

– Así me gusta más. Y tené cuidado con lo que imaginas, dragón, para no meter la pata. Y ahora imaginemos la mas linda de las músicas, y volemos y bailemos.

Y fue una música de olas y de alas, de planetas que giran y de soles que alumbran, de colores que cambian y se mezclan con el sonido de las olas. Y el dragón y la dragona bailaron y volaron y se amaron muy alto, arriba de las nubes, donde los vientos y la música son una sola cosa, mientras allá lejos, abajo, el hombre le decía al mono: “Sos un mono mentiroso. Los yacarés no existen ni existirán nunca”.


Cuaderno de Magias de Ciruelo (Ciruelo Cabral 2015, DAC Editions)

“Mi magia es simple, se trata de materializar lo que está  en mi mente. Es la magia cotidiana del artista que juega con imágenes y palabras en un espacio donde la imaginación gana terreno en la realidad pero sin vencedores ni vencidos sino con una hechizante danza entre opuestos con fecundación.

Entre los diversos tipos de magia que todos hacemos a diario sin darnos cuenta, la visualización es la que mas actúa, sobretodo para el que dibuja. 

Con ella creamos imágenes que de un modo u otro acabará conformando nuestra realidad. También delineamos realidades futuras con las palabras que decimos.”

 ………

«Entiendo el arte como la actividad en la que uno vuelca lo mejor de sí mismo aplicando toda la creatividad posible. Creo que el arte es una alianza con la belleza y la dicha. Pero sobre todo es una actitud. El arte que hacen los dragones es fuego y es eternidad. Manifiesta la voluntad de las estrellas y todo lo que los humanos llamamos «fantástico». El Arte Dragón sincroniza las galaxias. Mi arte es apenas la plegaria «dame para dar» y el sueño de un niño. Yo dibujo para recordar. Porque me parece que a veces nos olvidamos que todo es muy mágico y pienso que el arte es la actitud correcta que deberíamos adoptar ante tanta magia.»



Era una tarde como para un geniol
del libro “Unidos contra Drácula”, Luis Pescetti; dedicado a Juan Quintero

Era una tarde como para un geniol,
un rivotril, un paracetamol, un valium, un tafirol, una aspirina,
un té de naranja, una patada a una puerta y llenarse el
bolsillo de piedras.
Y cuando estaba tan cerca de estallar
se me ocurre, me salvo, y digo:
Mejor hágase un valle.
¿Y si mejor se hace un valle?
Y digo así: hágase un valle.
Se abrió la vereda, se vio la tierra y
se hizo cerro, atardecer, montaña
abriéndole la boca al durazno del sol
y gente lejos,
gente cerca, bajando con ramas, con
ovejas, luces en un caserío
y algunos subiendo con bolsas de azúcar,
leche, velas.
Un aire fresco, silencio, espacio.
Silencio hasta que el cerro se tragó al sol.
Se oía un perro,
lejos,
y había luces,
tenues.
Y yo miraba todo con
las manos cruzadas, respirando.
Luis


Cuanto todavía no había celular (Mariano Blatt)

Llamé a su casa y atendió la mamá y dijo “Hola”,
y dije: “Hola, ¿está Julián?”.
“No, Julián salió”.
Y al otro día volví a llamar y otra vez la mamá dijo “Hola”;
“Hola, ¿está Julián?”.
“No, Julián salió, ¿querés que le deje dicho algo?”.
Y el viernes a la tarde me puse un rompevientos
azul brillante
y caminé las cuadras entre mi casa
y la de él.
Y el día estaba frío, el viento era fuerte
y seco
y mi llavero hacía peso
en uno de los bolsillos.

Toqué el timbre y alguien miró desde una ventana;
no es que yo lo haya visto
simplemente lo percibí.
Y después se escucharon unos pasos y la voz de Julián que gritaba
“voy yo”.
Y Julián abrió la puerta y tenía el pelo dorado
lacio
un flequillo que le tapaba un ojo
y el otro no.
Así se usaba, en esa época, cuando todavía no había celular.
A cada rato se tiraba viento
adelantando un poco el labio de abajo.
El viento iba para arriba y así se acomodaba
el pelo dorado;
pero era inútil
porque enseguida se le volvía a tapar el ojo.
Subimos a su cuarto
y escuchamos música
y él se sacó el pantalón de jogging
que tenía puesto
porque se iba a poner uno de jean.
Pero se demoró
y estuvo cerca de una hora
en slip.
Entonces sonó el teléfono
y Julián bajó corriendo a atender
porque la mamá había salido.
A veces nos tomábamos el 123 en Federico Lacroze
y pagábamos el boleto de los dos con una sola moneda.
Los asientos de atrás,
las pintadas en la pared del cementerio,
el Hospital Tornú.
Esos son los recuerdos
que tengo.
Si tenía con qué
Julián escribía “Villa Urquiza Manda”;
y si no, iba callado,
soplándose el flequillo dorado
una y otra vez.
La puerta de su placard,
los días de vacaciones que no teníamos nada que hacer
y él siempre se demoraba cuando se sacaba el jogging
y se tenía que poner el jean,
para quedarse más tiempo en slip.
Esos son los recuerdos,
que tengo.
Un día llamé a su casa y atendió él.
Otro día, llamé a su casa y no atendió nadie.
Entonces, volvías a llamar, en seguida
a ver si a lo mejor era que no habían llegado a atender.
Pero si ya sonaba dos o tres veces más,
sabías que no
que no estaban,
porque tampoco es que pudieran tardar tanto en atender.
Después Julián se puso de novio.
A mí me pareció bien
pero me dio muchísimos muchísimos celos.
Entonces llamé a la casa de la novia, una tarde
y le dije si podía pasar a hablar con ella.
Qué buena que era María.
Y ella me dijo que en realidad se daba cuenta
de que Julián gustaba de mí.
Entonces llamé a la casa de Julián
pero atendió la mamá y dijo “Hola”;
“Hola, ¿está Julián?”.
“No, Julián salió. ¿Querés que le deje dicho algo?”.
Y a veces yo volvía a mi casa y al lado del teléfono había un papelito que decía
“Te llamó Julián”.
Esos son más o menos los recuerdos que tengo
y los escribo acá porque que yo sepa
la poesía, lo que se dice la poesía,
sólo es posible cuando te falta algo
o cuando algo se te está por escapar.


Las Azúcar Moreno Mariano Blatt

Las Azúcar Moreno tienen un cover de Don’t Think it twice is alright de Bob Dylan. Se llama Sólo se vive una vez.

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Camine de Córdoba a Corrientes
Con un chico inteligente
que me gusta mucho
hablamos de la facultad
cantidad
de materias cursadas
cantidad
de finales rendidos
en Corrientes me saludó y dijo
Te saludo así intercepto a ese colectivo
yo compré en el quiosco un mantecol
y me puse a llorar:
es que ya no sé
de cuantos chicos estoy enamorado