Episodio 5

.

El episodio entero! Grabado en casa el 22 de Junio de 2021

DESCARGAR


Tiempo de Dragón  (Gustavo Roldán)

¿Cómo pasa el tiempo para un dragón? Nadie lo sabe, salvo los dragones, que jamás hablan de eso.

Si se supiera, seguramente habría menos dudas en el mundo.

Pero los dragones no lo dicen. ¿Por qué habrían de decirlo?

A los dragones les gustan los secretos, y éste, tal vez, sea uno de sus grandes secretos. Además no les gusta que se hable de ellos. Prefieren ocuparse de las cosas de dragones y dejar que los demás se ocupen de lo que tengan ganas.

Muchos dicen que los dragones desconocen el tiempo. O que no les importa. Que sólo viven con intensidad un presente que nunca se acaba. El ayer ya pasó y el mañana es una invención de algo que no existe. Ningún dragón cree en el mañana.

Eso dicen los que conocen algo del tema, pero nadie lo sabe con seguridad. Tal vez sí, tal vez no.

La única manera de salir de la duda sería preguntarle a un dragón. Pero es difícil que quiera contestar.



Carta de Emily Dickinson a Susan Gilbert Dickinson – 1854 (Libro Preferiría ser amada)

Martes por la mañana

Sue — puedes irte o quedarte — Sólo hay una opción — Últimamente discrepamos a menudo y esta vez debe ser la definitiva.

No temas dejarme sola, estoy acostumbrada a desprenderme de cosas que imagino haber amado — a veces hasta la tumba, y a veces hasta un olvido más amargo aún que la muerte — Mi corazón, por tanto, sangra con tanta frecuencia que la hemorragia no ha de importarme, y lo único que hago es añadir una agonía a las anteriores, y al final del día me digo: ¡estalló una burbuja!

Esta clase de asuntos me apenaban cuando no era más que una niña, y quizá habría llorado al sentir piececitos ya rígidos yaciendo inmóviles junto a los míos en el ataúd, pero a veces los ojos se secan, y los corazones se achicharran, se convierten en cenizas — aunque hayan ardido gustosamente—

Sue — he sido coherente con esto toda mi vida.

Es el emblema indestructible del Cielo con el que un día soñé — y aunque me quede sola si me quitan esto, aunque en el día postrero el Jesucristo que amas afirme no conocerme, un espíritu más oscuro hay que no renegará de su criatura.

Pocos me han sido dados, y si los amo tanto que por idolatría me son arrebatados, simplemente murmuro «se fueron», y la nube se desvanece en el azul sin límites, y nadie salvo yo sabe que hoy alguien ha caído. Hemos disfrutado nuestro camino juntas; quizá sea este el punto en que nuestros senderos se separan. Ve tú adelante entonces, Sue, cantando, mientras hacia lo alto, por la colina lejana, sigo yo mi viaje.»



Carta de Janos a Alex Appella (06 de diciembre de 1984 – Libro: Después, la carta)

Querida Alex!

La navidad del año pasado, me trajo una sorpresa! Una tarjeta reluciente. Nuestros nombres centellaban de pequeñas particulas de plata-así parecían a los que no entienden- pero nosotros que entendemos muchas cosas sabemos que no son de plata sino de puto amor cristalizado. Yo no puedo mandarte una joya tan valiosa, como tu me mandaste, aunque trataré de corresponderte, con un pequeño cuentito, que por allí me contaron. Me hablaron de un país de maravillas y te lo cuento igual: Eso era un país de maravilla, allí todo eran flores con exquisitos perfumes, árboles llenos de frutas, las más diversas y todo era de oro puro, los rayos de sol dorados jugaron escondites con divertidas sombritas de hojas grandes de eucaliptos… allí habitaban angelitos como los de Murillo…. allí saltaban y volaban… tenían sus alitas, que eran tan finas y sutiles que ni las maquinas fotograficas mas potentes podían captarlas. Allí todo era risa, amor, fragancia, esperanza y promesas. Ya había muy muchos caminos que abriendo de allí: quién sabe dónde llevarán? Todos eran empedrados con diamantes de esperanza, esmeraldas de amor y perlitas de lágrimas… Los caminos subían a unas montañas circundantes que eran altas, tan altas que no se podía ver que hay detrás de ellas, y la cima estaba cubierta de nubes que no dejaban ver el mas allá.

Nadie sabía donde llevaban esos caminos pero muchos tomaron para unos mas empinados, para otros mas largo resultó. La incógnita aguzaba: a ver que hay detrás de la montaña? Y con paso firme tomaron el camino. En el camino sobre la marcha todos juntaron diamantes de esperanza, esmeraldas de amor, y muchas perlitas de lágrimas…. asi están hechos estos caminos…

Los duendes de ese maravilloso país, como todos los duendecitos pícaros, no dijeron que estos caminitos son de una sola via y para el retorno no hay camino sino en el país de los sueños.. Pero nosotros no estamos en ese país, estamos en una tierra de montañas de piedras y valles de interminables bosques, de ríos impenetrables… El camino es tan largo que en la vida no se puede recorrerlo… Sin embargo, dicen que en el país de los sueños… dicen… quien lo sabe

Te deseo- pequeña- una muy feliz navidad y un árbol de navidad grande con una estrella de amor en la punta

Tu tío abuelo János


Carta de Paloma al Rey de la Cabina (Libro Cartas al Rey de la cabina- Luis María Pescetti)

Querido rey de la cabina:

¿en donde has fracaso, querido amigo?

¿En que ? ¿por qué todo este luto de desencanto?

¿Qué sueños estás velando, querido amigo?

Te preguntabas cómo empezar de nuevo

cuando no se pudo empezar ni la primera vez.

No lo sé, pequeño topo de las alturas.

Me pides que te entierre la lado de mi avecita,

pero has de saber que eso queda en el centro de mi corazón.

Dices que vendrás oliendo a grasa y aceite,

con las manos lastimadas

(¿es verdad que desayunas en tu grúa?

y crees que te acostumbras a hacerlo a ras del suelo?).

Para que todo sea más fácil

voy a darte coordenadas:

Escalones. Puerta hueca de madera.

De la puerta a la cocina, seis pasos.

De la cocina a un sillón (apt para quienes llegan oliendo a aceite y con las manos engrasadas)

diez pasos.

Antes de morir mi abuelo (Beppo) no se lamentó de su cuerpo.

sino de sus pasos, dijo:

“Ay de mis pasos, se terminaron mis pasos”.

Yo hubiera querido que se calzara pasos míos

para despedirse de su jardín, 

o alimentar a sus gallinas (que lo sobrevivieron).

¿porque no habrá unos pasos de más?

Sabríamos agradecerlos.

Me preguntó que iba a comer, él, por favor,

para quien se habían terminado los bocados.

No hubiera pedido muchos, en todo caso, los suficientes para que me acompañara a ver el jardín de la casa.

Esa tarde, precisamente, había hecho unos trabajos tan efímeros y necesarios.

Apenas removí la tierra

pero ni todo el paraíso de golpe hubiera sido mejor regalo

que esa pequeña parcela de tierra removida.

Te juro, querido Rey, que no soy yo quien escribe,

que es la línea azul que me cuenta sola

con su serpiente azul y parlanchina.

Podríamos haber prescindido del final de una telenovela,

de leer el diario como lo hacía todas las tardes,

de todo lo innumerable,

pero de los pasos, no.

Y hubiera sido un hermoso regalo

(sería, lo sería siempre y para todos)

que el último aliento fuera

el suficiente como para hacer una tarea completa

entre todas las infinitas que pudieran escogerse,

que sepa el corazón,

y se le otorgue ese aliento para recibir a las visitas, 

atenderlas y despedirlas sin apuro.

Saludarse hasta el otro día

o, saliendo, hasta nunca.

Pero que haya tiempo, querido Rey,

que haya tiempo y no arrebato absurdo,

mezquino, cruel.

Negando lo que toda la vida será

no más que un caramelo,

cuando tiene los bolsillos llenos de largos túneles,

llenos de caramelos.

No mezclo las cosas,

déjame que te regale unos pasos.

No seamos como la vida,

demos más,

más.

Ven a meter tu mano en mis zapatos

y llévate los pasos que quieras.

O lo que quieras.

ven a robar.

Vamos a ponerle pasos a tu fracaso.

Uno izquierdo y uno derecho,

vamos a lavarle la cara y a peinarlo.

Por grande que sea tu derrota,

no haber llegado a tiempo, ven a que te dé mis pasos, amor mío,

ven a llegar a tiempo.

No te preocupes, sé dar campanadas al revés.

Paloma


Carta de Heléne a Hervé Joncour (Libro Seda de Alessandro Baricco)      

Amado señor mío:

       No tengas miedo, no te muevas, permanece en silencio, nadie nos verá. Sigue así, quiero mirarte, yo te he mirado mucho, pero no eras para mí, ahora eres para mí, no te acerques, te lo ruego, quédate donde estás, tenemos una noche para nosotros, y yo quiero mirarte, nunca te he visto así, tu cuerpo para mí, tu piel, cierra los ojos, y acaríciate, te lo ruego, no abras los ojos si te es posible, y acaríciate, son tan hermosas tus manos, he soñado con ellas tantas veces, ahora las quiero ver, me gusta verlas sobre tu piel, así, te lo ruego, continúa, no abras los ojos, yo estoy aquí, nadie nos puede ver y yo estoy cerca de ti, acaríciate, amado señor mío, acaricia tu sexo, te lo ruego, despacio, es hermosa tu mano en tu sexo, no te detengas, a mí me gusta mirarla y mirarte, amado señor mío, no abras los ojos, todavía no, no debes tener miedo, estoy cerca de ti, ¿me sientes?, estoy aquí, te puedo rozar, esto es seda, ¿la sientes?, es la seda de mi vestido, no abras los ojos y tendrás mi piel, tendrás mis labios, cuando te toque por primera vez será con mis labios, tú no sabrás dónde, de repente sentirás el calor de mis labios sobre ti, no puedes saber dónde si no abres los ojos, no los abras, sentirás mi boca donde no sabes, de repente, tal vez sea en tus ojos, apoyaré mi boca sobre los párpados y las pestañas, sentirás entrar el calor en tu cabeza, y mis labios en tus ojos, dentro, o tal vez sea en tu sexo, apoyaré mis labios, allá abajo, y los abriré bajando poco a poco, dejaré que tu sexo entreabra mi boca, entrando entre mis labios, y empujando mi lengua, mi saliva descenderá por tu piel hasta tu mano, mi beso y tu mano, uno dentro de la otra, sobre tu sexo, hasta que al final te bese en el corazón, porque te deseo, morderé la piel que late sobre tu corazón, porque te deseo, y con el corazón entre mis labios tú serás mío de verdad, con mi boca en el corazón tú serás mío para siempre, si no me crees abre los ojos, amado señor mío, y mírame, soy yo, quién podrá borrar este instante que sucede, y este cuerpo mío ya sin seda, tus manos que lo tocan, tus ojos que lo miran, tus dedos en mi sexo, tu lengua sobre mis labios, tú que te deslizas debajo de mí, aferras mis caderas, me levantas, dejas que me deslice sobre tu sexo, despacio, quién podrá borrar esto, tú dentro de mí moviéndote lentamente, tus manos en mi rostro, tus dedos en mi boca, el placer en tus ojos, tu voz, te mueves lentamente pero hasta hacerme daño, mi placer, mi voz, mi cuerpo sobre el tuyo, tu espalda que me alza, tus brazos que no dejan que me marche, los golpes dentro de mí, es violencia dulce, veo tus ojos que buscan en los míos, quieren saber hasta dónde hacerme daño, hasta donde quieras, amado señor mío, no hay final, no acabará, nadie podrá borrar este instante que sucede, para siempre echarás la cabeza hacia atrás, gritando, para siempre cerraré los ojos separando las lágrimas de mis pestañas, mi voz dentro de la tuya, tu violencia que me tiene aferrada, no queda ya tiempo para huir ni fuerza para resistirse, tenía que ser este instante, y este instante es, créeme, amado señor mío, este instante existirá, de ahora en adelante, existirá, hasta el final.

     No nos veremos más, señor. Lo que era para nosotros, lo hemos hecho, y vos lo sabéis. Creedme: lo hemos hecho para siempre. Preservad vuestra vida resguardada de mí. Y no dudéis un instante, si fuese útil para vuestra felicidad, en olvidar a esta mujer que ahora os dice, sin añoranza, adiós. «

 Heléne


Carta de Diana Bellessi a Úrsula K Le Guin (haciendo sus traducciones)

Buenos Aires, 23 de octubre de 1994

«Querida mía, es una dulce mañana de octubre, domingo somnoliento sobre las calles aún silenciosas. Salgo a caminar y mis pasos me llevan al verde, el Botánico primero y el “bosque” después, así llamamos a estos parques: bosques de Palermo. Cuando dejé la isla y anclé en la ciudad, me acerqué a ellos lo más que pude, pero ahora hace meses que no vengo por aquí. Cada día salgo a vigilar los árboles en los alrededores de mi casa. Veo nacer los primeros verdes, delicadas filigranas casi invisibles, y su avance mágico, extraordinario, en coronas de hojas cuya variedad no cesa de maravillarme. Dejame que te los nombre en mi propia lengua: fresnos, arces, plátanos, paraísos, son los que abundan en las calles, de pronto un tilo, un árbol de Judea, el aura de un sauce. He caminado estas semanas bajo la embriaguez de los paraísos en flor, detenida frente al rosa único de los lapachos, y aún vendrán los jacarandaes azules de noviembre cuando las avenidas parecen un mar derramado, después las tipas de fulgor amarillo. Mis pasos me llevan al bosque y ya en él, como otras veces, lloro. De una felicidad inexpresable. Sin entender por qué me aparto de aquí. Todo lo que he hecho en mi vida ha sido, por alejarme de él, por retornar a él, el verde. 

(….)

Saludo la belleza que aún poseen tus poemas en castellano, una lengua generosa y sabia, alimentada por los países del Sur que la hablan con sus afluentes del quechua, el aymará, el mapudungun, el guaraní…, con sus resonancias itálicas aquí en Argentina. Los saludo y se, cuántos ecos se han perdido en la traducción, ecos plenos de sentido que toda palabra y todo juego sintáctico o sonoro porta en su idioma originario. Se de lo imposible que es toda traducción, y aún más del poema que pretende casi ser materialidad pura, el Bosque mismo, y nunca se consuela con ser solo su mención. Allí te pierdo, donde voy a buscarte. Sin embargo este libro ha sido nuestro mayor gesto de mutuo amor que reposa en un movimiento de alteridad, de dejar ser, en palabras, a la otra.

Que las aguas del Kiamath y el Paraná cobijen nuestras palabras, las vuelvan murmullo de agua del mismo continente, sin opresión ni tutelaje, como gemelos que son navegando hacia el gran río.

Te ama, tu puma

A continuación dos fragmentos, en el idioma original de una de las cartas de Úrsula a Diana. 

She wrote me letters about my books, funny, crazy, fascinating letters I ‘had to answer. We wrote back and forth. She made my letters crazy too, and I loved writing her. That was fun, that was easy. All words. 1 love words.

Then all of a sudden she writes. I’ m coming to see you. I’m arriving from Florida on the plane. Now I was scared. Now it wasn’t a game of words any more, now it was a person, some crazy poet from Argentina flying into my life, disarranging me. What do I do with her, what do I say to her, what does she want from me? I’m in the middle of a book and I don’t want to stop for a stranger. She thinks she’s coming to see the dream-hero she’s made me into in her mind, and she’ll find a middle-aged housewife who’s afraid of people, shy, selfish, no kind of hero, and she’ll be disappointed, I’ll let her down, oh, why is she coming?

(…)

Translating is an excellent test of a poem. Sometimes they wear thin as you rub and polish and scrape and adjust your version. None of the later poems in Tributo have worn thin; they have only grown in nuance and resonance as I grow able to go deeper into them. The political terror of the years when they were written is touched on only by the lightest allusions in the second part, but like a drop of red dye those few lines color and darken the whole book. The passion and strangeness of the dream poems in the third part leads on to the radiant intensity of the love poems and the earthy-transcendent splendor of the final and my favorite, “Isla”.

Gracias, mi puma de oro, por el regalo de tu poesía y de tu corazón.

Tu osita vieja