Episodio 3

El «Libro de las Maravillas» de Marco Polo

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El episodio completo! Grabado en Furia Mariposa Radio el 18 de Mayo de 2021

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SUEÑO DE DRAGÓN (Gustavo Roldan)

A los dragones les gusta soñar. Les gusta porque siempre sueñan cosas hermosas. Los sueños de los dragones no son como los otros sueños, un humo que se va. Son sueños que van tomando forma hasta que se los mira y se los ve de cuerpo entero. Si un dragón sueña con un árbol enorme, lleno de flores, cuando se despierta encuentra a su lado un lapacho, un ceibo o un jacarandá. Si sueña con mariposas, apenas abre los ojos ve un mundo de mariposas con alas doradas, con alas azules, con alas de todos los colores revoloteando por el monte.

¿Cómo, si no fuera por los sueños de un dragón, podríamos entender que de repente aparezcan millares de golondrinas en el cielo? ¿Cómo podríamos explicarnos que de un día para otro el campo se llene de flores rojas? ¿Cómo podríamos entender que de la nada salga un arco iris? ¿De dónde aparece un sol radiante en medio de la lluvia?

Sólo se explica por el sueño de un dragón. Y los dragones quedan contentos con sus sueños, porque saben que producen cosas hermosas. Pero una vez un dragón tuvo una pesadilla. Soñó con una espantosa serpiente de siete cabezas, horriblemente perversa, que quería destruir el mundo entero.

– ¡Odio las flores!- dijo una de las siete bocas.

– ¡Odio los pájaros!- dijo otra mostrando los colmillos repletos de veneno.

– ¡Odio los monos!- dijo una tercera cabeza.

– ¡Los mataremos a todos!- dijo otra.

– ¡Los mataremos y los comeremos!- rugió la quinta.

– -¡A los monos y a todos los animales del mundo!

– ¡Y los comeremos y los comeremos y los comeremos!- dijo la séptima.

Entonces se despertó el dragón y alcanzó a ver las siete cabezas que se perdían a la distancia buscando monos y pájaros y flores y a todos los animales del mundo para matarlos y comerlos.

-¡Qué hice!- se asustó el dragón.Pero no había tiempo para lamentos, y corrió por el sendero marcado por la serpiente donde no quedaban ni rastros de flores ni de animales. El dragón voló y pasó por arriba de la serpiente y bajó cortándole el camino.

-¡Qué lindo dragón!- dijo una cabeza.

-¡ Lo mejor para comenzar a comer!-dijo la segunda.La tercera no habló. Ya había estirado su cuello con la velocidad de una centella hacia el cuerpo del dragón. Fue un movimiento casi invisible por la rapidez, pero el dragón que sabía con quién estaba soñando, ya no estaba en ese lugar.

-¡Así me gusta! –dijo otra cabeza.

-¡Qué bien que pelea!

-¡Así nos podemos divertir!

-¡Sólo matar y comer es aburrido!

-¡Lo mejor es pelear!

-¡Pelear y matar y comer!

Y la serpiente atacó largando mordiscones para un lado y para el otro.

El dragón se las veía negras tratando de golpear con sus poderosas garras alguna de esas cabezas que nunca estaban en el lugar donde llegaba el golpe. Apenas logró en un momento rozar a la serpiente con las garras y sacarle una escama del cuerpo. Apenas una escama que voló y cayó a lo lejos. Entonces probó con el fuego. Nada en el mundo podía resistir el fuego de un dragón. Dio un paso para atrás, resopló, y largó la llamarada roja más grande que nunca hubiera largado un dragón. Un fuego espantoso, largo, oscuro, que recorrió todo el espacio donde estaba la serpiente. Ardieron los árboles de alrededor y la tierra despidió un humo espeso, enrojecido por el calor.

El dragón miró el humo que comenzaba a borrarse, buscando los restos de la serpiente, y se distrajo. Cuando se dio cuenta del tremendo salto de la serpiente, ya estaba envuelto en sus poderosos anillos. Las siete cabezas gritaban y reían y giraban enloquecidas.

-¡Dragón estúpido! ¿No sabías que no hay nada que nos guste más que el fuego?

-¡El fuego nos entusiasma como ninguna otra cosa!

El dragón tiraba tremendos golpes, pero las cabezas siempre estaban en otro lugar, y los anillos de la serpiente apretaban cada vez más. Entonces el dragón voló, voló hasta muy arriba, cerca de las estrellas, donde el frío es como el espanto y todo se convierte en un hielo de muerte que sólo aguantan los dragones.

-¡Eso, un poco más alto! Después del fuego no hay nada que nos guste más que el frío gritaron las siete cabezas.

Entonces el dragón bajó, bajó como una flecha, se zambulló en el medio del río, en esa zona profunda donde no llegan ni los peces. Así ahogaría a la serpiente.

-¡Eso, eso!- gritaron las siete cabezas -. Nada nos gusta más que estar bajo el agua. Pero después queremos otro poco de fuego.

La serpiente seguía enroscada en el dragón. Siete días y siete noches volaron, lucharon, cayeron, nadaron, subieron, bajaron, siempre como un solo cuerpo. Sin descansar. Al final, en un descuido de la serpiente, el dragón logró escapar de sus anillos. Pero ya no sabía qué hacer. Había probado todas sus argucias y había usado toda su fuerza de dragón, pero la serpiente parecía invencible.

-¡Nos estamos divirtiendo como nunca!-gritaron las siete cabezas.

-¡Jamás nos había pasado algo tan hermoso! ¡Te queremos, dragón! ¡Que esta pelea no se acabe en mucho tiempo!

-¡Nos aburren las peleas tontas con animales tontos!

-¡Queremos pelear, pelear y pelear!

-¡Atacá de nuevo, dragón! ¡Te estamos esperando!

El dragón retrocedió un poco.

-¡Estás escapando, dragón cobarde!

El dragón pensó en volar, volar muy alto y muy lejos, y olvidarse para siempre de esa serpiente. Pero entonces ella mataría a todos los animales. No había caso. Escapar no servía. Pero si…quizás sí podría servir…

El dragón voló hacia lo alto. Subió y subió, burlándose de la serpiente, mientras las siete cabezas lo llenaban en insultos. Y llegó hasta el lugar más alto, arriba de todas las nubes y las sombras. Entonces planeó en círculos. En grandes círculos, dejándose llevar por el viento. Y allí, mientras planeaba, cerró los ojos y se durmió.

Ya sabía lo que tenía que soñar. Y soñó.

Soñó con pájaros y flores, soñó con ríos crecidos, soñó con el arco iris, y cuando en medio del sueño apareció la serpiente de siete cabezas que peleaba enloquecida de furia, se dio vuelta en el aire para borrar su sueño. Porque los sueños se borran si uno se da vuelta para el otro lado mientras está soñando. La serpiente se borró. Se borró de golpe, sin dejar ningún rastro de serpiente. Entonces el dragón abrió los ojos. Estaba cansado, pero voló muy rápido para volver a ver el sitio de su pelea. El lugar estaba como antes. Como siempre. Estaban los árboles y las flores. Estaban las mariposas y los monos. Y no había rastros de la serpiente. Ningún rastro de la pelea.

Apenas una escama que brillaba y no brillaba en el suelo.


Poema 69 . Roberto Juarroz

(Segunda Poesia Vertical 1963)

Cada uno se va como puede,

unos con el pecho entreabierto,

otros con una sola mano,

unos con la cédula de identidad en el bolsillo,

otros en el alma,

unos con la luna atornillada en la sangre

y otros sin sangre, ni luna, ni recuerdos.

Cada uno se va aunque no pueda,

unos con el amor entre dientes,

otros cambiándose la piel,

unos con la vida y la muerte,

otros con la muerte y la vida,

unos con la mano en su hombro

y otros en el hombro de otro.

Cada uno se va porque se va,

unos con alguien trasnochado entre las cejas,

otros sin haberse cruzado con nadie,

unos por la puerta que da o parece dar sobre el camino,

otros por una puerta dibujada en la pared o tal vez en el aire,

unos sin haber empezado a vivir

y otros sin haber empezado a vivir.

Pero todos se van con los pies atados,

unos por el camino que hicieron,

otros por el que no hicieron

y todos por el que nunca harán.


ESTANQUE (Claudia Masin)

Cada cosa viva o muerta que el mundo rechaza

se reúne: las raíces de los árboles secos que siguen

profundamente agarradas a un suelo que ya no las retiene,

el moho que al crecer parasita el tallo de la planta joven,

el perro moribundo tirado al costado de la ruta,

las ramas más jóvenes del ceibo

que el temporal derriba, la serpiente de coral

emboscada por la fiera, que se repliega sobre sí

y permanece quieta como si fuera su propia cáscara vacía

en el monte espeso. Para quienes fueron dañados,

todo lo que llega después del daño

es una gracia. Alguna vez vadearon la vida

como si fuera un estanque lleno de alimañas,

peligroso en la superficie y en el fondo,

hecho para el lucimiento de los intactos y los fuertes.

Los que no tienen nada que perder

entienden la serenidad con que la materia cesa

de resistirse al fin a ser vencida. No hay debilidad

ni cobardía en ese dejarse ir

que aún en medio del dolor crea puntadas

de consuelo: quien fue lastimado

una y otra vez sabe que hasta lo que nos mata,

en el momento de chocar con nosotros, produce

un encuentro, y es sagrado encontrarse y es raro

y merece que seamos valientes.


Algo evidente (Wislawa Szymborska)

HENOS AQUÍ, AMANTES DESNUDOS,

bellos —y mucho— para nosotros mismos,

sólo cubiertos con hojas de párpados,

recostados en una noche profunda.

Pero saben ya de nosotros, saben,

estas cuatro esquinas, este quinto horno,

esas sombras sagaces sentadas en las sillas

y la mesa con su muy significativo silencio.

Y saben los vasos por qué, en el fondo,

el té se enfría sin que nadie se lo tome.

Swift ya no tiene ninguna esperanza,

nadie lo leerá esta noche.

¿Y los pájaros? No te hagas ilusiones:

ayer vi cómo en el cielo

escribían abierta y claramente

el nombre con el que te llamo.

¿Y los árboles? Dime qué quiere decir

su murmullo infatigable.

Dices: tal vez el viento tenga a bien saber.

¿Y cómo supo el viento de lo nuestro?

Entra por la ventana una mariposa nocturna

y con sus alas velludas

ensaya despegues y aterrizajes

zumbando terca sobre nuestras cabezas.

¿Acaso no ve más que nosotros

con agudeza de su vista de insecto?

Yo no lo presentí, tú no lo adivinaste:

nuestros corazones brillan en la oscuridad.


DE CAMILA SOSA VILLADA

a Federico Lanza

Hoy es feriado y limpié mi casa.

Afuera una filigrana de agua se tejía con delicadeza

mientras corría los muebles y limpiaba los rincones.

Perfumé con palo santo los cuartos,

sacudí los almohadones y alfombras,

limpié espejo, baño, mesa, 

espanté el polvo de los libros en las bibliotecas,

escuché los discos que me regalaste

y sentí que estaba ventilando mi corazón.

Ahora la casa está limpia y huele a olla de barro.

La noche cazadora hizo su ronda y te pienso.

No sé por cuánto tiempo no voy a verte,

tomo conciencia de todos los sitios que llena tu ternura.

Algo adentro se agita como una manada con hambre:

la rutina interrumpida por la ausencia de tus besos.

Izquierda trans

Te miraba y te miraba, pero estabas tan ocupado pensando en el capitalismo y el anticapitalismo que nunca notaste que muy cerca alguien hacía una pequeña revolución: quererte.


Mariano Clavijo  

Tus sueños irrumpen descontroladamente 

se desparraman obscenos por la habitación 

están llenos de senderos pájaros cocos palmeras libros historias

les temo porque cada vez me acostumbro más a ellos

sabiendo que son mis pesadillas futuras 

el vaticinio inexorable de una hastiada pitonisa

carpe diem decía la puerta de tu casa

así quedamos confinados a un instante

conscientes de la fugacidad

de una caja de comida china

una botella de vino

y un adiós.


El gato que se confundió de casa

 Una vez tuve un gato, le dije que se llamaba Pedro

Pero también le dije la verdad,

 que los felinos no me gustan mucho (casi nada)

 y que mi hospedaje para él era solo utilitario: mi fobia a las ratas

Pedro se dio cuenta enseguida, y me abandono

Tuvo razón, lo nuestro no podía durar mucho

Tuve una perra cuasi salchicha durante 15 años, Manchita. Fue cachorra y fue viejita viviendo conmigo, y la quise como a ningún otro bicho. Ya vieja casi no saltaba, casi no jugaba pero estaba siempre al lado, arrastrando sus patas y su panza con un ritmo (lento) insuperable..

Un día apareció un gato en el patio y sin darnos tiempo a nada le pego un manotazo que le nublo la vista (para decirlo de un modo naif..)

Algo pasó conmigo en ese mismísimo momento, no fue premeditado, pero le jure pelea al gato que lastimó a Manchita y los odie a todos, por las dudas…

Quién sabe si por efecto del encierro, la sobredosis de alcohol en gel o los sahumerios de flor de loto, anoche soñé con gatos… con un gato en particular

Rayado

Rosa y blanco

Y gordo

Muy gordo

En el sueño yo estaba aislada, de cuarentena como todas, pero por algún hueco de mi techo bajaba un gato en paracaídas (del cielo?) y se apoyaba exactamente en mis manos, en mi falda. Había otra gente a mi alrededor, pero me caia a mi, solo a mi..

Rápido muy rápido explique (no se a quien) que a mi no me gustaban, pero que sabia quien se lanzaría muy contenta a esta bola de pelos.. Cabe destacar el detalle de la textura… no era lisa y suave sino mullida como un pompón hecho de lana gruesa (y rosa) de los que hacen las seños en el jardín.

Le saque muchas fotos a la bola color chicle y la llame a la Sole

Y le conte

Y le dije que si era necesario infringiría la ley, rompería la cuarentena y le llevaría el gato

Imagine su cara de alegría

Y supe que el paracaídas había tenido la dirección equivocada

seguramente


LA NOCHE – Eduardo Galeano (Montevideo 1940) Libro Los Sueños de Helena con ilustraciones de Isidro Ferrer (Madrid 1963)

Allá en la infancia, Helena se hizo la dormida y se escapó de la cama.

Se vistió de punta en blanco, como si fuera domingo, y con todo sigilo se deslizó hacia el patio y se sentó a descubrir los misterios de la noche de Tucumán.

Sus padres dormían, sus hermanas también.

Ella quería ver cómo crecía la noche, y cómo viajaban la luna y las estrellas. Alguien le había dicho que los astros se mueven, y a veces se caen, y que el cielo va cambiando de color mientras la noche anda.

Aquella noche, noche de la revelación de la noche, Helena miraba sin parpadear.

Le dolía el pescuezo, le dolían los ojos, y se estrujaba los párpados y volvía a mirar. Y miró y miró y siguió mirando, y el cielo no cambiaba y la luna y las estrellas continuaban quietas en su sitio.

Le despertaron las luces del amanecer. Helena lagrimeó.

Después se consoló pensando que a la noche no le gusta que le espíen los secretos.